“La casita en el cielo de Buenos Aires”: la historia del chalet que mira al Obelisco y es uno de los misterios de la Ciudad

Está sobre un edificio de ocho pisos, se ve desde la 9 de Julio y fue el sueño de un inmigrante español. Por primera vez abre sus puertas y devela sus secretos.

Se ve desde la 9 de Julio. También sorprende a quienes tuvieron la chance de subir hasta la punta del Obelisco. A 9 pisos de altura, el chalet que corona un edificio siempre generó misterio y curiosidad. Y ahora que la pandemia golpeó fuerte a la actividad del centro de la Ciudad, volvió a tomar relevancia por el proyecto para convertirlo, junto con el edificio al que corona, en un atractivo cultural.

La historia es contada por Diego Sethson, bisnieto de Rafael Díaz, el inmigrante español que construyó el chalet en 1927 en la cima del edificio de su mueblería, sobre la calle Sarmiento y a metros de la avenida 9 de Julio

«Mi bisabuelo era un amante de Mar del Plata y se inspiró en los chalets de esa ciudad para realizar su casita en el cielo de Buenos Aires con el mismo estilo», relata Sethson, y destaca que detrás de esta casa «se esconde la historia de superación de un hombre que llegó a la Argentina, con una mano atrás y otra adelante, a comienzos del siglo XX».

Sigue: «Incursionó en el negocio de las telas, hasta que se pasó a trabajar en mueblerías y decidió abrir su fábrica propia. Así nació Muebles Díaz, que llegó a convertirse en una de las más importantes y exclusivas de la Ciudad».

A lo que dice lo ratifican los edificios de Sarmiento 1113, donde está el chalet, y el de Sarmiento 1155, que pertenecen a la familia y eran como una especie de tienda por departamentos, al estilo Harrods o Gath & Chavez, pero sólo de muebles.

Es cierto que nunca se dejó entrar a nadie al chalet, y eso que se recibieron pedidos desde todo el mundo para distintos proyectos», dice Sethson. Y reflexiona: «La familia creía que esa era la mejor manera de preservarlo. Pero ahora descubrimos que lo mejor es abrirlo, administrado por nosotros, y convertirlo en un espacio al que la gente tenga chances de acceder».

Las restricciones para intentar contener la pandemia de coronavirus hicieron lo suyo para que el histórico chalet comenzara a develar una parte de su historia. Es que el edificio donde está emplazado quedó con el 70 por ciento de las oficinas desocupadas. Por sus 9 pisos pasaron todo tipo de empresas que, con sus empleados en modo teletrabajo, decidieron terminar con los contratos de locación.

Los dueños tampoco descartan la opción de vender el edificio, en caso de que los proyectos que están pensando no prosperen. Entre los herederos hay nietos y bisnietos del fundador. Y según los cálculos del sector inmobiliario, puede costar entre 8 y 10 millones de dólares.

Entonces, entre los propietarios, la preocupación por saber cómo afrontar los gastos sin tener ingresos les hizo activar el proyecto de transformación que involucra al chalet, pero también al resto del inmueble.

«Tenemos varias propuestas y la idea es que el edificio pueda tener usos múltiples, como un hostel y hasta, salas de exposiciones y conferencias y hasta de coworking. Y en el chalet quizás puede funcionar un espacio cultural o gastronómico, al que la gente pueda acceder e incluso que tenga vinculación con otros lugares de la Ciudad», revela Sethson.

Es que la terraza de la casa, de dos plantas y un altillo, tiene una vista privilegiada de la 9 de Julio. También se ven la cúpula del Congreso, el Barolo y otros edificios clásicos de la Ciudad. Algunos no existían cuando Díaz imaginó el chalet.

La construcción terminó en 1927, por lo que desde allí Díaz vio cómo se levantó el Obelisco. Como vivía en Banfield, hizo el chalet en la cima de su mueblería para tener un lugar en el que descansar en medio de las jornadas de trabajo. Por las noches, cuentan, se volvía en tren a su casa en el sur del Gran Buenos Aires.

Mi bisabuelo fue, quizás, uno de los impulsores de la publicidad en altura. Aprovechando su chalet, y la notoriedad que éste adquirió, colocó un cartel publicitario de Mueblería Díaz, que se inmortalizó en decenas de fotografías de la época», contó Sethson.

Otro de los secretos que guarda el edificio es que allí funcionó una radio propia y que tiene salas que conservan el sistema acústico. Se llamaba LOK Radio Mueblería Díaz, que funcionaba en el 630 del dial, que luego, y hasta ahora, ocupa Radio Rivadavia».

La mueblería, que tuvo su auge entre los 40 y los 50, tuvo su peor momento desde los 70 y cerró para siempre en 1985. Desde ese momento, los herederos convirtieron al edificio en oficinas que alquilaron a todo tipo de empresas. Díaz había muerto en 1968.

Como parte del proyecto de apertura, y para el documental que está haciendo con su productora, Puntocero, Sethson convoca a quienes conserven muebles Díaz, con la etiqueta, a que le manden fotos al Instagram @puntoceroproduccionesok. A cambio, ofrece la chance de una visita, con otras tres personas, a «la casita en el cielo de Buenos Aires».

Allí, desde los 80 hasta ahora, hubo un estudio fotográfico y hasta sirvió de comedor de las oficinas. Desde 2014 tiene protección patrimonial del Gobierno porteño, por lo que no se pueden tomar decisiones para modificarlo sin la autorización previa del Ministerio de Cultura de la Ciudad. 

En el interior hay objetos y fotos del creador de la mueblería. Además,  se conservan todos los pisos originales de cerámica en el primer piso y en el altillo. Puede pasar que en no mucho tiempo el lugar abra definitivamente para el público. Se terminarán muchos misterios; pero surgirán nuevas historias. 

Fuente: Clarin