El árbitro Larreta

El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta exhibe fisuras en torno a la salida de la cuarentena. En la Jefatura de Gobierno de Parque Patricios hay dos bandos: los aperturistas, encabezados por Diego Santilli; y los conservadores, liderados por . Un cruce de intereses y posturas que, alimentado por el disyuntiva entre la economía o la salud, obliga al jefe de Gobierno a situarse como árbitro y tomar una definición antes del 10 de mayo, cuando expira el plazo del aislamento social obligatorio.
Santilli no está solo, pero Quirós tampoco. Al vicejefe de Gobierno se le suman el secretario Fernando Straface (General y Relaciones Internacionales), los ministros (Desarrollo Económico), María Migliore
(Desarrollo Humano y Hábitat) y (Hacienda y Finanzas), mientras que el titular de Salud formó un tándem con el jefe de Gabinete, , también renuente a una apertura. Rodríguez Larreta deberá
dictaminar, aunque hoy se encuentra más próximo a legitimar la opción por los conservadores de la cuarentena fullfull. No es un enfrentamiento, sino un intercambio de lecturas sobre el momento y la manera de iniciar la progresiva salida de la cuarentena, monitoreo del virus mediante.

Quirós insiste en que, según el diagnóstico de su equipo, el pico de contagios de coronavirus será durante la segunda quincena de mayo en la Ciudad de Buenos Aires. Bajo esa lógica, sostiene que sumar personas a las calles sería un «retroceso» en este momento. Es la misma música que escucha Rodríguez Larreta en sus diálogos con la Casa Rosada, conversaciones que lo hacen dudar de tomar el reclamo de los aperturistas. El jefe de Gobierno no quiere avanzar con medidas que puedan herir su vínculo con el oficialismo nacional.

Sin embargo, Santilli y Giusti marcan que el propio Alberto Fernández delegó en las provincias y la Ciudad la potestad para flexibilizar el aislamiento. Ambos mantienen periódicamente charlas con
si se continúa el parate. Este dúo argumenta que hay compañías cuya producción no es esencial y están al borde de la quiebra. Según admitió Mura ante la comisión de Presupuesto de la Legislatura, la recaudación porteña de marzo tuvo una retracción del 40% en comparación con febrero. Para fines de 2020, calcula el gobierno, la pérdida se estima en 80 mil millones de pesos.
Quienes sostienen que la cuarentena tal cual como está debe terminar el 10 de mayo también se aferran a un mensaje que Larreta bajó hace unos meses y en otro contexto, diametralmente opuesto. Corría enero y en una
reunión de gabinete el jefe de Gobierno, harto de las consultas en torno a la negociación por el recorte de la coparticipación con Fernández, dejó entrever que estaba más preocupado por un mal año económico y la
consecuente caída de la actividad y la recaudación en la Ciudad.

Esa profecía apocalíptica se hizo real producto de la crisis sin precedentes que desató el coronavirus. Ese argumento le viene como anillo al dedo al bando que reclama empezar a abrir algunas actividades para que,
lentamente, la rueda de la economía vuelva a girar en el pago chico PRO.
Por estas horas, en el seno del gobierno porteño se analiza mantener la cuarentena, pero bajo estándares sanitarios concretos y obligatorios para cada rubro, abrir actividades como la construcción privada y habilitar retiros de productos en locales comerciales (take away). La flexibilización también podría incluir peluquerías y canchas de fútbol. También, se puso sobre la mesa la posibilidad de incluir al empleo doméstico en la zona de habilitaciones como método para reactivar a un sector de la economía que mayoritariamente habita en los barrios populares de la Ciudad y el conurbano bonaerense.

Fuente: Letra P